¿Qué es un esguince de tobillo?
Por esguince se entiende la distensión o rotura de un ligamento que se produce como consecuencia de la tracción o excesivo estiramiento del mismo.
Las lesiones del complejo ligamentoso lateral del tobillo representan el 25% de todas las lesiones musculoesqueléticas.
¿Cómo se producen?
En los esguinces en supinación –flexión plantar más inversión–, que son los más frecuentes, el ligamento
talofibular anterior (LTFA) se encuentra lesionado en la mayoría de los casos. Con una inversión forzada, la lesión afecta también al ligamento calcáneo fibular (LCF). La lesión del fascículo talofibular posterior (LTFP) es mucho menos frecuente. Lo mismo sucede con el ligamento deltoideo, cuya lesión se produce en pronación (flexión dorsal más eversión).
¿Cómo podemos clasificar estas lesiones?
Se han clasificado las lesiones ligamentosas de tobillo en 3 tipos principales: grado I, esquince o distensión; grado II, rotura parcial, y grado III, rotura completa de ligamentos.
¿Porque es tan importante tratar bien un esguince de tobillo?
Actualmente, existe una evidencia contrastada de que la ausencia de un tratamiento adecuado después de
una entorsis de tobillo predispone a padecer síntomas residuales.
A pesar de un tratamiento conservador o funcional adecuado, entre un 10 y un 30% de las entorsis de tobillo evoluciona a una inestabilidad crónica.
¿Qué es lo primero que tenemos que hacer?
Como en todas las lesiones, lo primero es realizar un diagnóstico correcto y descartar lesiones asociadas como pueden ser la fractura de la base del 5º metatarsiano o lesiones osteocondrales del astrágalo.
Para decidir cuándo pedir un estudio radiográfico se puede seguir las “Reglas de Ottawa”.
Una vez realizado el diagnóstico, el tratamiento inicial consiste en el protocolo RICE (reposo, hielo, compresión y elevación).
¿Que debemos de hacer en esguinces de repetición?
Ante una inestabilidad crónica, se debe de valorar de forma individualizada que tipo de tratamiento será el más adecuado. Todos ellos irán dirigidos a combatir el dolor, la sensación de inestabilidad, y cualquier tipo de alteración intraarticular que ayude a prevenir episodios de inestabilidad y/o cambios artrósicos a largo plazo.
El grupo de pacientes que generalmente necesitan cirugía suelen ser los deportistas, tanto amateurs como profesionales, con una marcada inestabilidad mecánica y/o funcional.